Un año
más, Legiones Sur no podía faltar al aniversario de nuestros hermanos de Diabos
Vermelhos, este año sería especial, ya que cumplían la mágica cifra de 30 años.
Dos
fuimos los que nos animamos a viajar hasta Lisboa. Salimos el sábado a las 10
de la mañana para ir tranquilamente por la carretera nacional, viaje esta vez
muy tranquilo en comparación con otros años. A mitad de recorrido paramos en un
pueblo a comer algo, entramos en un bar donde parecía haber retrocedido el
tiempo unos 20 años, una bifana típica de Portugal para desayunar y las
primeras cervezas del día para continuar la marcha con más fuerza.
Retomamos
el camino dirección a Setúbal, donde en principio teníamos pensado dormir en
casa de nuestro anfitrión, pero éste estaba ya en Lisboa y nos dirigimos
directos el estadio del Benfica para encontrarnos con la gente de las secciones
de fuera que venían, Londres, París, Laussane, Luxemburgo… Una vez nos reunimos
todos, vamos a un restaurante del propio estadio a comer, allí nos pusimos
finos de comer y beber por muy poco dinero y ya empezaban a notarse las ganas
de fiesta. Quedamos con toda la gente en el estadio para dirigirnos al
restaurante donde tendrían lugar todos los actos del XXX Aniversario (a unos 30
km de Lisboa).
Hasta
allí nos dirigimos en un coche con tres benfiquistas, y no sé cómo lo hacemos
pero siempre acabamos con los más personajes de cada sitio. EL viaje que duró
unos 45 minutos fue un continuo desfase, con una música peculiar a todo
volumen, algo así como electro-latino cutre de los años 80, el conductor que
sacaba constantemente la cabeza por la ventanilla, todos fumando, bebiendo…,
nosotros no tardamos mucho en unirnos a la fiesta que se montó dentro del coche
y llegamos al restaurante bastante animados.
En el
restaurante había cerveza gratis desde las 5 de la tarde, así que colocamos
nuestra bandera junto a todas las que había por allí y nos pusimos rápidamente
a beber. El sitio estaba bastante bien, allí se hacían todo tipo de
celebraciones como bodas, comuniones y todas esas cosas.
Sobre
las 6 empezaron los conciertos que había programados, dos grupos de punk-rock
que hicieron animarse totalmente al personal, sobre todo con el primer grupo
donde hubo un momento de locura con todo el mundo bailando y tirándose la
cerveza por encima como locos. Aparte de esto, había un tatuador presente en la
sala para todo aquel que quisiera tatuarse algo.
Antes
de la cena llegó uno de los momentos álgidos de la noche, y es que apareció el
invitado estrella de la cena, el ex futbolista del Benfica Eusebio, toda una
leyenda en el club benfiquista y en el fútbol mundial. Todo el mundo salió a
recibirle y entre un gran pasillo acompañado por alguna bengala hizo su
aparición el gran Eusebio. La gente no quería perder la oportunidad de hacerse
una foto con él y poco a poco nos fuimos sentado todos en las mesas para
empezar la cena, una vez más, nos situamos en la mesa donde se juntaron los más
personajes de allí, aunque bien es cierto que esta vez pusimos bastante de
nuestra parte por coincidir en la mesa con los que parecían mas borrachos y
fiesteros.
La cena
en sí estuvo de lujo, la comida muy buena y la bebida que no faltó en ningún
momento, yo creo que es la cena ultra donde más hemos comido sin duda alguna,
hasta llegamos a repetir el segundo plato, y eso que hicimos una previa como
nunca hemos hecho en Lisboa, pero como se suele decir: los que estuvimos allí
sabemos lo que pasó, ajajaja.
Acabando
la cena, Eusebio se dirigió al escenario para obsequiar con unas palabras a todos los presente, felicitó
a Diabos Vérmelos por su XXX Aniversario y dijo que se tenía que marchar ya, y
es que su estado de salud es algo delicado ya. Entre una gran ovación, Eusebio
abandonó el restaurante y empezó la parte final de la fiesta. La gente andaba
ya bastante animada con algún que otro personaje dando un buen espectáculo,
seguía la música y empezaron a pasar bandejas con todo tipo de licores.
Con
este gran ambiente que se respiraba, comenzó el turno de la entrega de placas y
regalos. Mientras nosotros estábamos en el servicio (cada cual que se haga su
idea de por qué estábamos allí los dos juntos), oímos que nos están llamando
por el micrófono, nosotros que no hacemos mucho caso hasta que alguien entra y
nos dice que tenemos que salir, así lo hacemos y entonces vemos que está todo
el restaurante de pie esperando que salgamos porque nos van a hacer entrega de
un placa conmemorativa por nuestra asistencia. Subimos al escenario como
podemos, y es que llevábamos ya un ciego bastante importante, recogemos la
placa y uno de nosotros dice unas palabras más o menos en portugués, nuestra
imagen sobre el escenario era para verla, pero salimos bien orgullosos de allí.
Un poco
más tarde volvimos a subir al escenario para hacerles entrega de un obsequio
para conmemorar su XXX Aniversario, cosa que nos agradecieron enormemente.
La
fiesta iba llegando a su fin, y como suele ser habitual en este tipo de
celebraciones, todo terminó con un
masivo bengaleo desde las ventanas del restaurante, bonita imagen que dio fin a
todo un día repleto de actos y diversión. Poco a poco la gente fue saliendo del
restaurante, más que nada porque nos estaban echando de allí, y es que alguno
que otro andaba ya bastante descontrolado tirando las copas y encendiendo un
extintor dentro del local, la cosa terminó un poco accidentada pero no hubo
mayores problemas.
La
vuelta a Lisboa la hacemos de nuevo en el peculiar coche de nuestros amigos de
la ida, esta vez algo más tranquilos por el cansancio, pero no del todo, ya que
se llego a poner a 180 km/h por la autovía ante nuestra cara de
miedo/asombro/incredulidad. Llegados a Lisboa, cogemos nuestro coche y
marchamos a Setúbal para descansar en casa nuestro anfitrión, pero nuestras
mentes empiezan a dar vueltas a la posibilidad me marchar directamente a
Mérida, y es que veíamos que la idea de dormir no nos llamaba mucho, por alguna
razón no teníamos nada de sueño y nos veíamos con fuerzas para llegar del tirón
a Mérida, así que hicimos una parada en una gasolinera y le comunicamos nuestra
decisión a nuestros amigos benfiquistas. Éstos, como no podía ser de otra
forma, se quedan asombrados, pero como ya nos conocen saben que nuestras mentes
funcionan así, nos despedimos de ellos, agradeciéndoles el trato recibo una vez
más y ponemos rumbo a Mérida. Viaje sin
muchos sobresaltos, sólo una parada para cambiar de conductor y al final que
nos olvidamos de pagar el peaje de la autopista.
Sobre
las 4 de la madrugada llegamos a Mérida satisfechos por haber pasado este día
tan señalado con nuestros hermanos de Diabos y pensando ya en volver en año que
viene.
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